Todos felices pero muy pocos, contentos
Como suele ser la elección interna de cualquier partido político a la hora de elegir candidatos: ni son todos los que están, ni están todos los que son; y los que supuestamente son, resulta que no lo son tanto; y los que no están, da la casualidad que no andaban muertos, andaban de parranda, me refiero a la elección interna del partido Movimiento de Renovación Nacional, mejor conocido como Morena.
Basta con recordar lo que pasó con las 6 corcholatas, el carnal Marcelo puso en duda el proceso de elección y hasta la fecha el coraje no se le pasa al señalar que hubo infinidad de irregularidades que Mario Delgado, presidente nacional de Morena, no vio o no se le dio la gana ver. Cuatro de los participantes tuvieron que recular, alinearse, mientras que la ganadora aclaró que todo fue como Dios manda y Ebrard vociferó que hubo mano negra, para no decir mano tabasqueña metida en semejante y fraudulento proceso.
Meses después sucede algo parecido, precisamente en las entrañas del mencionado partido, al darse a conocer a los ganadores en la elección para definir a sus nueve candidatos que aspiran para contender por la Ciudad de México y otras ocho entidades mexicanas, como siempre, en un ambiente hostil que dejó insatisfechos a varios y provocó descontentos y una que otra renuncia, por no decir berrinche.
La Cuarta Transformación otra vez se convirtió en una transformación de quinta al dejar ver que en ella hay de todo, menos democracia, así inventen jugarretas como la paridad de género o la existencia de una supuesta mayoría de simpatizantes por tal o cual candidato. Lo cierto es que el bastón de mando sigue en Palacio Nacional por más que Sheinbaum Pardo se aferra a él y muestre su multi publicitada sonrisa de oreja a oreja.
Me sorprendió la clarividencia de Martí Batres al pronosticar la bajada de Omar García Harfuch y la subida de Clara Brugada, pero al mismo tiempo me entristece que la clarividencia no fue de Batres, sino según él, de la inteligencia artificial, y según yo, lo último suena lógico porque dudo que estos chincualudos y chimiscoleros políticos tengan inteligencia, solo que sea artificial.
En Jalisco sucedió algo parecido con el morenista Antonio Pérez Garibay, papito del piloto ‘Checo’ Pérez’, al que no le checó la forma en que se designó al candidato para el gobierno de Jalisco, pues sin pelos en la lengua, ni en la parte frontal de su cabeza, arremetió contra Morena y anunció su renuncia al partido. Aseguró y juró por las cuatro llantas del auto de su hijo, que ‘se la cantaron’ diciendo que Claudia Delgadillo sería la “mera mera petatera” en Jalisco.
No puedo obviar lo que aconteció en Morelos, en donde Margarita González, ex directora de la Lotería Nacional, resultó ser la candidata a la gubernatura de Morelos para 2024, pese a que días atrás la senadora morenista Lucy Meza despotricó contra su propio partido y contra Cuauhtémoc Blanco, gobernador de Morelos, acusándolos de traidores a la democracia y de obstaculizar su participación por la gubernatura de dicho estado, digamos que le metieron un gol que solamente Blanco vio.
Para aligerar todo el cochinero morenista no podía faltar la intervención del principal causante de todos esos males: Andrés Manuel López Obrador, el mismo que no se cansa de repetir: “No mentir, no robar, no traicionar al pueblo», aunque sabemos que se miente y se la mientan; se roban elecciones, por decir lo menos; y no solo se traiciona al pueblo, sino a la militancia morenista. Pues bien, López se mostró satisfecho con la elección interna de candidatos de Morena y se alegró por los resultados. Para seguir con la farsa, el presidente mexicano dijo que se enteró por los medios de comunicación de quiénes serían los nuevos coordinadores y mencionó que fue un proceso democrático. ¿Proceso democrático? ¿Se enteró por los medios? Ya me lo imagino muy tranquilito esperando que los medios de comunicación, a los que tanto quiere, le informen de lo que no solamente está bien informado, sino que es él el que genera esa información. El cuento se cuenta solo, aunque solo le haga al cuento.
Y así las cosas, sería ocioso e imposible seguir contando todas y cada una de las irregularidades que solamente ocurrieron en el proceso electorero de un partido político que, según yo y mi mente cochambrosa, desaparecerá más tarde que temprano porque aunque usted, estimable lector, no lo crea, todos sus militantes están felices, pero muy pocos, contentos.